
Pues bien, uno de los divertimentos fraternales en aquellos días era insultarnos llamándonos por los nombres de los monstruos que salían allí. Así era bastante común por mi casa oir a dos energúmenos llamarse Kobold, Orco, Troglodita, Beholder, Gnoll, Hobgoblin y tantos y tantos otros. Pero sin duda los que acabaron destacando entre todos y sin saber porqué acabron siendo Catoblepas y Basilisco (que luego han dado nombre a dos revistas filosóficas de esas chungas que sólo leen gente que no fornica, porque el fornicio es un práctica primitiva y que no cultiva la mente). MI hermano me llamaba a mí Catoblepas, supongo que por la naturaleza tranquila y pachorrística del bicho, al que una vez al mes le entraba un ataque de rabia y se lanzaba a cazar para comer carne. Más o menos como yo. Un tipo tranquilorr y tirando a vago, que se alimentaba a base de acelgas y patatas hervidas y que una vez al mes, víctima de un ataque de necesidad de proteinas, me bajaba al Burger King de Plaza Catalunya a jamarme un Triple Whopper.
paice que se esté meando encima del árbol...
ResponderEliminarEs el problema del románico.
ResponderEliminarMás que un árbol parece un sistema nervioso.
ResponderEliminar"una vez al mes le entraba un ataque de rabia y se lanzaba a cazar para comer carne"
ResponderEliminarcomo las mujeres!